Un espacio para comprender cómo nos hemos construido como familia.
En una familia no solo se comparten vínculos.
También se aprenden formas de callar, de cuidarse o de protegerse.
Cada persona crece dentro de un contexto relacional que da forma a su identidad, a sus formas de responder al dolor, vincularse y de sostener lo que ocurre en grupo.
La terapia familiar parte de una mirada sistémica: no se trata de intervenir sobre una persona aislada, sino de observar cómo funciona el entramado relacional y qué nuevas formas de estar pueden emerger para relacionarse con mayor cuidado y responder mejor a lo que cada uno necesita.
Lo que hoy duele, ayer fue forma de adaptarse.
En el contexto familiar se aprenden patrones: de relación, de respuesta emocional, de cuidado o de evitación.
Muchos de esos aprendizajes han tenido sentido en algún momento, pero con el tiempo pueden dejar de ser funcionales para el bienestar de la familia.
A veces hay alguien que empieza a expresar el malestar de forma más evidente, pero lo que ocurre no es individual: tiene sentido dentro del sistema.
La terapia familiar permite observar esas dinámicas sin culpabilizar, reconociendo lo que cada persona ha intentado hacer para resolver el problema y sobre todo, abre la posibilidad de responder de otra manera: más alineada con los valores del grupo, más atenta a las necesidades reales de quienes lo conforman.
Cómo trabajo desde la Terapia Familiar basada en ACT.
Desde el enfoque de Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), entendemos la familia como un sistema vivo, donde cada comportamiento surge en un contexto y cumple una función.
El trabajo no se centra en etiquetas, sino en observar cómo las interacciones actuales están moldeadas por la historia compartida y qué impactos generan en cada uno de los miembros de la familia.
En sesión exploramos los roles que se han ido asumiendo, las posiciones que cada persona adopta en el sistema y cómo se puede construir una forma de estar más flexible, más presente y más coherente con lo que cada uno valora.
Las sesiones pueden incluir conversaciones conjuntas, ejercicios experienciales, revisión de momentos clave de la historia familiar y propuestas para transformar el modo en que se comunica y se cuida el grupo.
¿Cuándo puede ayudar la terapia familiar?
- Malestar emocional sostenido en el entorno familiar.
- Tensiones que afectan a la convivencia diaria.
- Cambios vitales que alteran el equilibrio familiar (duelos, separaciones, migraciones, enfermedades…).
- Dificultades de comunicación entre generaciones.
- Desacuerdos persistentes entre padres/madres e hijos/as.
- Repetición de roles que limitan la autonomía o el vínculo.
- Procesos de reorganización familiar que necesitan apoyo.
- Cuando se desea generar una forma de relacionarse más alineada con lo que de verdad importa a la familia.
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Puedes escribirme si quieres agendar una primera sesión o hacerme una consulta.
Te responderé lo antes posible.
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