Raíces y Faros

Trabajo desde una mirada contextual y funcional, basada en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), una terapia basada en la evidencia que pone el foco en ampliar la flexibilidad psicológica y construir una vida más alineada con lo que cada persona valora.
Concibo la relación terapéutica como parte activa del proceso de cambio: un contexto y una herramienta en sí misma.

Pero acompañar no es únicamente aplicar herramientas clínicas.
Contar con una buena formación no basta si no hay una forma de estar que dé sentido a lo que hacemos. Para mí, ejercer esta profesión implica también estar disponible de forma honesta y sensible al dolor de la persona que se sienta delante de mí.

Mis servicios están en constante evolución porque creo que la psicología aplicada requiere actualización continua y una comprensión profunda de los procesos de cambio y del contexto que nos rodea.
Esta visión se ha fortalecido a lo largo de casi 10 años de experiencia clínica, enfatizando mi compromiso en que nuestra interacción te ayude a construir una vida llena de lo que realmente te mueve y da sentido a levantarte cada día.

Estoy convencida de que una intervención efectiva debe ser flexible y ajustada a la singularidad de cada persona y su historia de vida.
Y aunque no puedo controlar ni prever el futuro, lo que sí puedo asegurarte es que trato de hacer mi trabajo del modo más cálido y riguroso posible, y que ese faro me guía siempre.

Mi interés por la psicología nació del deseo de entender cómo llegamos a ser quienes somos: ¿qué aprendemos de nuestro entorno? ¿Cómo nos defendemos de lo que nos duele? ¿Qué patrones repetimos, sin darnos cuenta?
Esa inquietud me llevó a licenciarme en Psicología en la Universidad de Santiago de Compostela en el año 2013, donde confirmé que quería trabajar en clínica, pero también que necesitaba un enfoque que me permitiera sostener la complejidad del sufrimiento sin reducirlo a etiquetas.

Me formé posteriormente en Terapia Familiar Sistémica, donde empecé a entender que hay que mirar a la persona en relación, en su red, en su historia.
En el año 2015 el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo me ofreció una base técnica más sólida. Pero algo seguía sin encajar del todo.

Y entonces llegaron.
Los valores. Las cualidades personales. El orgullo por cómo uno acompaña, y no únicamente por lo que sabe.
La posibilidad de vivir con dirección, aunque el malestar o el dolor formen parte de nuestras vidas.
Algo hizo click.

Fue durante el Máster en Terapias Contextuales (MICPSY) durante el año 2019 donde sentí que todo encajaba. Encontré la forma de estar en terapia más parecida a la forma en la que también entiendo la vida.

Desde entonces no he dejado de formarme.
Continúo supervisando, revisando mi práctica, leyendo y -por suerte- aprendiendo de la mano de profesionales a los que admiro.
Actualmente colaboro con distintas entidades, incluidas universidades y espacios de formación, contribuyendo a la investigación y la difusión del enfoque contextual, especialmente en el ámbito de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).

Pero si algo ha dado forma a mi ejercer, más allá de los títulos, ha sido, sin duda, lo que he aprendido de las personas a las que acompaño.
Sigo buscando afinar esa nota que me permita ayudar a tocar, aunque sea un poco, las vidas que quienes llegan a consulta desean componer.
Porque acompañar no es solo una práctica profesional… sino una forma de estar en el mundo.
Y cada historia que llega me recuerda que el cuidado, cuando es genuino, también transforma a quien lo ofrece.